El reloj de arena no tiene agujas ni alarmas. La arena es el pelo blanco de la isla, y la isla es el bulbo del planeta. Ese equilibrio se llama juventud eterna. ¿Cuántas palmeras más habrá que tocar con los ojos ardientes, para entender que ya lo hemos visto todo? Nada se pondrá mejor de lo que ya está ahora.
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